Desde FiscalGalicia, con motivo del 8M, queremos reconocer la labor de todas las mujeres trabajadoras y, como ejemplo de una de ellas, este año, hacemos nuestro pequeño homenaje a una de nuestras clientas, empresaria de éxito en un sector afortunadamente, cada vez menos masculinizado pero que aun está dominado por los hombres. Esa mujer es ANA VILLAR, Gerente de VILLAR DISTRIBUCIONES, empresa dedicada a la distribución y representación de varias bodegas de ámbito nacional de reconocido prestigio y con un importante y exitoso proyecto en el regalo gourmet y lotes de empresa de calidad.
En sus inicios, estuvo un tiempo en el almacén “cantándole” los pedidos al jefe de almacén y, desde esa posición, decidió ser una de las primeras mujeres en la ciudad en hacer el curso de carretillera.
Ana tiene hoy 55 años pero lleva colaborando en el negocio, que inicio su padre, desde 1988, mientras estudiaba, aunque su entrada real en la empresa se retrasó unos años más. Conoce el negocio desde todas sus perspectivas y desarrollando distintas tareas. Cuando empezó, lo hizo en puestos básicos, así, estuvo un tiempo en el almacén “cantándole” los pedidos al jefe de almacén para cargar los camiones y, desde esa posición, decidió ser una de las primeras mujeres en la ciudad en hacer el curso de carretillera.
Su puesta al frente del negocio llegó en 2009, momento en que se jubiló su padre y ella tomó las riendas. Vivió la dificultad de la conciliación familiar, ámbito de su vida que pudo sobrellevar gracias al apoyo de su entorno más cercano y a que sus hijos se adaptaron a pasar horas de estudio y juego en el espacio de trabajo de su madre. Su mesa de reuniones ha sido, en muchas ocasiones, la mesa donde su hijos han hecho los deberes y han jugado. Y es que, dice, ha sido duro, en ocasiones, mantener la empresa con sus trabajadores, la familia, los niños y un mínimo tiempo para cierta vida personal.

“Hazlo o hazlo” porque, si no hay otra opción para que la empresa sobreviva, hay que hacerlo.
Hoy es una empresaria reconocida en el sector con puertas que están abiertas porque ella ha trabajado para encontrárselas así, pero recuerda con pena y cierto dolor que durante muchos años era recurrente que la considerasen la secretaria de un señor empresario, que se preguntasen, cuando era la única mujer en una cata de vinos o en una reunión, “Ésta, con quién ha venido?” o que alguna bodega le marcase, en un determinado momento, objetivos de ventas muy superiores a los que se le marcarían a un hombre en su posición y que, por supuesto, con mucho esfuerzo, y cara de sorpresa de algunos, consiguió alcanzar.
Sostiene que la edad y aquellas épocas duras la hicieron fuerte y es que en muchas ocasiones se ha encontrado ante un solo camino “hazlo o hazlo” porque, si no hay otra opción para que la empresa sobreviva, hay que hacerlo.
Me pide que no dejemos de destacar que lo que más valora a día de hoy es el respeto y la confianza, pero ya no de la competencia o los proveedores, sino de sus empleados y colaboradores y es que no siempre fue así. Cuando se puso al frente alguno decidió abandonar la empresa seguro de que ella fracasaría. Afortunadamente y gracias a su empeño y a los que se quedaron, no fue así. En este punto no quiere dejar de mencionar a dos personas especialmente importantes en el equipo y que, aunque hoy ya no están porque disfrutan de su jubilación, siguen estando en contacto permanente y la visitan en su oficina de vez en cuando. Uno de ellos, el más importante para ella, es Pepe Lago, jefe de almacén desde antes ya de su entrada en la empresa. La otra, Aurora Torreiro, jefa de administración que Ana incorporó a su proyecto.
Mención aparte merecen sus hijos, que no solo valoran el esfuerzo que su madre ha hecho siempre por ellos y por la empresa sino que la animan a continuar y la admiran por ser quien es como empresaria, por supuesto, pero, principalmente, por como ha sido como madre y lo mucho que han aprendido del valor del trabajo y el esfuerzo. Y, por supuesto, no se olvida de Gugui, su marido, que, a día de hoy es un pilar importantísimo en la empresa.
Queda mucho camino todavía por andar y, de vez en cuando, se sigue encontrando con algún personaje que no confía en ella por el simple hecho de ser mujer pero su trayectoria demuestra que no sólo puede sino que merece mantenerse y continuar creciendo.
Es por ello que aquí va nuestro reconocimiento, muy inferior al que se merece, y nuestro agradecimiento por lo hecho, por ella y por todas nosotras.